Sadaba

Sádaba - El castillo

Cómo llegar

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Nuevamente vamos a visitar una de las Cinco Villas, nos servirá por tanto la misma ruta seguida en nuestra visita a Sos del Rey Católico que, como ya explicamos, es la más alejada partiendo desde Zaragoza, así repetiremos viaje en busca de la primera y más cercana de ellas, Tauste.

Tomamos dirección a Tudela hasta el desvío a Alagón, que cruzaremos por la A-126. Carretera con buen piso que, por ser domingo, nos permite una conducción relajada por el poco tráfico. Así, en un suspiro, nos encontramos con Remolinos y después Tauste, que podremos cruzarla entrando por la primera rotonda, o rodearla siguiendo hacia Tudela y en la segunda rotonda tomar la A-127 camino de Ejea, la siguiente de las Cinco.

En este tramo vamos a circular por largas rectas, que bien parecen un corte de cuchillo en las vastas aradas de cereal que atravesamos y que nos recuerdan que estamos en el granero de Aragón donde, según el momento de nuestra visita, podemos encontrar distintas y variadas tonalidades en el paisaje, desde los fríos marrones del invierno hasta los dorados ocres del verano, pasando por los amplios mantos verdes en primavera. Pondremos, por citar algo, una salvedad a este espectáculo y es el coincidir en nuestro paseo con día de riego, que aquí es por aspersión y que a los moteros nos supone una inesperada y molesta ducha difícil de evitar.

A las puertas de Ejea accedemos a una rotonda donde tomamos la salida dirección a Sádaba, nuestro destino, tercera de las Cinco localidades, que alcanzaremos tras una interminable recta de 21 Km. Desde la última curva de la carretera se nos ofrece la amplia panorámica de su casco urbano cercado por las tierras de labor que antaño sufrieron la sed de los estíos y ahora se regalan con el frescor del agua.

El lugar

La villa de Sádaba ocupa el centro de una inmensa hoya donde el pueblo, partido en dos por el río Riguel, destaca sobre un leve altozano en el cruce de caminos entre  Sos del Rey Católico y Uncastillo. A la derecha, sobre un montículo, luce esplendoroso su castillo, alrededor del cual creció la primitiva población hasta que, ya en el siglo XV, se ensanchó al otro lado del río, donde el casco encontró mayores posibilidades para desarrollarse.

Fue reconquistada cuando se ocuparon las Cinco Villas, probablemente hacia 1091, y sus primeros pobladores recibieron el rango de infanzones. A principios del siglo XIII la villa pertenecía a D. Arnaldo de Alascún, quién acosaba desde aquí las tierras navarras, por lo que Sancho VII de Navarra determinó su castigo. Con todo, en 1261 fue incorporada de nuevo a la Corona de Aragón, siendo declarada villa de realengo dos años más tarde.

Por su posición fronteriza fue escenario de numerosas guerras y usada como moneda de cambio en repetidas ocasiones por varios tenentes hasta que en 1399 los vecinos compraron su libertad a la familia Villanueva y Martín I concedía a la villa el privilegio de no ser separada de la Corona aragonesa.

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Posee un conjunto arquitectónico notable en el que cabe señalar su iglesia parroquial  en honor de Santa María, estilo gótico, uno de los edificios más bellos y característicos del gótico aragonés, con ciertos retazos del románico tardío. Podemos decir que su torre es el canto del cisne de las torres góticas aragonesas, tan poco valoradas, digno epígono de la torre de la colegiata de Alcañíz. Y por encima del conjunto sobresale un exultante castillo del siglo XII que mantiene intacta su fisionomía castrense.

El castillo, en esta ocasión objeto de nuestra visita, nos sorprende por la arrogancia y maestría de su fábrica, en contradicción con la precariedad de noticias sobre su construcción y la ausencia de hechos históricos y guerreros. Además, se advierte que fue edificado de una sola vez por la armonía de sus elementos, su homogeneidad y uniformidad de su buena piedra sillar.

Es de estilo bajomedieval, con claras decoraciones cistercienses, y resulta una construcción atípica por la carencia de elementos defensivos, como la torre del homenaje o la muralla. No existe foso ni tampoco barrera. Las saeteras y los vanos son escasos y no posee matacanes. Puede decirse que sus únicas defensas son el grosor de sus muros, sus torres rematadas en almenas, y los adarves que ponen en comunicación sus siete torres.

El recinto amurallado es de planta rectangular, con una superficie de más de 1.000 metros cuadrados.  Sus muros, construidos en piedra labrada, presentan una altura uniforme y considerable, interrumpida por las siete torres de planta rectangular, que no son idénticas. Cuatro están en los ángulos, dos en el centro de los lados norte y este, y la séptima en el lado sur que flanquea la única entrada, junto a la del ángulo suroeste. Se accede por un estrecho camino de ronda que atraviesa las torres, dando entrada a un zaguán descubierto por el que se alcanza el patio de armas.

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01-Acceso al castillo, 02-Patio de armas, 03-Aljibe,

04-Capilla,  05-Torre de la reina,  06-Torre del rey

Una vez en su interior estamos en un espacio abierto, perfectamente batido desde las torres contiguas. Patio de armas que es bastante extenso y con gran carácter, desde donde pueden apreciarse los restos de las que fueran las dos salas principales del castillo y el aljibe en el centro, así como también de la que fuera su capilla.

Responde a una nueva tipología de fortalezas que por aquel entonces se levantaban en algunas partes de Europa, y conocido como “Formula de Felipe Augusto”, rey de Francia y muy belicoso. Durante su reinado se abandono el tipo de castillo románico, formado por un donjón y un extenso recinto amurallado y se opto por el tipo del de Sádaba. Este nuevo modelo de castillo permitía concentrar la defensa con menos guarnición, con una fortaleza de menores dimensiones y sin destacar la torre del Homenaje. Castillos todos uniformes en altura y camino de ronda sobre el adarve, con torres cilíndricas o rectangulares, que inspirarían la evolución que produjo en Europa. Podemos así hablar de una tipología de castillo claramente mediterránea.

Fue propiedad, durante algún tiempo, de la Orden de San Juan y así lo constata la cruz que aparece en una puerta de la Capilla del patio.

Durante muchos años la fortaleza se mantuvo en total y absoluto abandono hasta que en la actualidad ha pasado a manos de la administración provincial de la Diputación General de Aragón que es quién se está encargando de restaurarla y mantenerla en óptimo estado de conservación.

De uso turístico y para su visita será necesario solicitar la llave al Ayuntamiento de la villa, que es el propietario, en los teléfonos 976 826 043 y 976 675 055.

Dónde almorzar

"Aquí te pillo, aquí te mato", con respecto a la restauración, eso fue lo que nos sucedió en esta localidad. Aunque sabíamos de otras posibilidades, como el Restaurante Laura o del Casino Unión Sadabense, terminamos en El Gallo, bien por su accesibilidad, está en la misma entrada, o porque de una visita anterior conocíamos su servicio de tapas, solo que en esta vez fueron canjeadas por un almuerzo más completo.

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BAR EL GALLO

  • Av. Zaragoza. 2
  • Tel. 976 675 011
  • Sádaba (Zaragoza)


(c) 2009   Ignacio Gonzalvo


Localidad: SÁDABA


Distancia de Zaragoza: 94 Km.


Tiempo estimado: 01h28


Comarca: CINCO VILLAS


Provincia: ZARAGOZA


Población: 1.722 habitantes


Altitud: 454 m.

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